martes, 9 de agosto de 2016

Las rosas de Tsu-Ling

 El otro día vino el sabio Feng y me dio una terrible noticia: alguien había echado sal en las rosas de Tsu-Ling. No podía creerlo. Tsu-Ling y yo tenemos una gran enemistad, pero a sus rosas no las odio. Yo nunca les haría algo a sus rosas, lo considero un jardinero superior. Luego de pensar en todo eso le contesté que yo tengo que usar muchos procedimientos, muy laboriosos por cierto, pero él... él se entiende con las rosas.
 La tarde del otro día Feng pasó a visitarme y me preguntó dónde estaba Tsu-Ling. Sus rosas estaban preciosas como siempre pero la maleza las rodeaba. Lo que había pasado era que se hirió con una rosa, una herida muy grave y, al tercer día murió. Le comenté que no me atrevía a tocar sus rosas pero que me hago cargo de ellas. Miró mis rosas y me dijo que había hecho bien en no acercarme a las rosas, que ellas ya no necesitaban jardinero.
 Pasaron tres años de ese día, y todavía, no se que le pasó a Tsu-Ling, pero sus rosas, siguen hermosas.

1 comentario:

  1. Muy bien, Lula! A pesar de que repetís muchas veces la palabra "rosa" y hay algún problemita con algún tiempo verbal, está muy bien tu relato...

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